viernes, 12 de junio de 2015

Soy una mamá 'floja'

Había una vez una mamá muy, muy floja.

La mamá floja era tan floja que estaba decicida: «¡Cuando nazca mi bebé, no trabajaré, me dedicaré a él!». ¡Pero qué floja! Acortó gastos: dejó de salir en las noches, dejó de comprar su mermelada gourmet de frambuesas silvestres, dejó de ir al cine todas las semanas y ya no ocupó la Visa; dejó de pedir comida a domicilio y empezó a cocinar e ir a la feria. Todo con tal de quedarse en casa, tirada en el sofá con el bebé encima. El bebé lo amaba, la tenía solo para él y se notaba el vínculo que desarrollaron los dos. Algo de «apego», decía.

La mamá floja era tan, pero tan floja que estaba determinada: "No voy a levantarme en las madrugadas cada hora a calentar agüita para hacer la mamadera". Se enteró de que la leche materna era lo único que el bebé necesitaba. Decidió dar solo pecho al niño hasta los 6 meses. ¿Pero ni una agüita? ¿La manzanilla pa’ los cólicos? ¿El anicito? No. Aún así, el bebé crecía y pesaba muy bien, ¡tenía músculos! Algo de «lactancia exclusiva», decía.

La mamá floja era tan recontrafloja que sacaba su teta y la ofrecía cada vez que el bebé pedía. Es que de tanta flojera que tenía, no podía estar escuchando llorar al bebé de hambre y mirando al reloj cada 3 horas para darle de comer. No, no, era trabajoso, requería una logística impensable. Cada vez que el bebé lloraba, ella le ofrecía el pecho. El bebé se consolaba y se calmaba no importaba cuánto tiempo estuviera en el pecho de su madre. Algo de «libre demanda», decía.

Para colmo, la floja esa se echaba en la cama toda desparramada con su bebé para amamantar. ¡Así es, en la cama! No en el carísimo y bonito sillón de lactancia puesto cómodamente en la living, frente al televisor; no en una silla especialmente diseñada para la pieza del bebé. No, no, se echaba en la cama a relajarse, dizque. Ella y el bebé relajándose. Había decidido desde el embarazo que no se pararía cada hora para ir a la pieza del bebé en la madrugada; simplemente, puso al bebé a su costado, compartiendo cama. El bebé dormía tranquilito al lado de la madre, nunca lloraba, y la mamá floja podía seguir dando teta en su cama a cada murmullo del bebito, y dormir la noche en paz, sin pararse. El bebé se sentía en el útero materno, con el calorcito de su mamá y el pecho cerca, era el paraíso dormir juntitos. Algo de «colecho», decía.

La mamá era tan reflojaza que descubrió que no era necesario cargar aquel enorme cochecito de bebés para todos sitios, armarlo, desarmarlo, meterlo, sacarlo, empujarlo, guardarlo. Descubrió que podía llevar al bebé dentro de un portabebés que no le cansara la espalda – es que era floja, pues – y, además, tranquilizaba al bebé. ¡Oh Dios! Era prácticamente la gloria. Ella podía ir a los lugares sin mucho trabajo o esfuerzo, incluso hacer sus tareas en casa (y veces hasta trabajaba con el bebé ahí dormidito…shhhhh). ¡Qué perezosa! Y mientras regresaba de la feria los sábados, le daba la teta a su bebé. Pero de tan requetefloja, ni siquiera se sentaba cómodamente en una banca a dar teta. No, no. Su bebé tomaba teta dentro de esa especie de paños enrollados a su cuerpo. El niño no lloraba, tenía poquísimo o casi ningún cólico, dormía rico, estaba más atento que los otros bebés, y la mamá estaba más feliz que nunca. Algo de «porteo», decía.

Cuando su bebé empezó a comer, la réqueteréqueteflojisimaza, en vez de ir a licuar la comida para su bebé, solo la aplastaba con un tenedor. Lo dejaba sentir las texturas, experimentar. En vez de luchar para que no se ensuciara, pelear, estresarse, la mamá, flojita como era, lo dejaba comer solo, coger la comida con la mano y comer lo que quería, cuando quisiera. El tiro le salía por la culata, porque tenía que limpiar el suelo, después. Pero como estaba relajada de todo el día de cariños con el bebé, los pechos llenos de leche, el bebé bien alimentado, tranquilo, bien dormido y feliz, no era ningún sacrificio barrer medio metro de suelo, limpiar una boquita linda sucia de papa y brócoli mientras se ríen en el espejo del baño de alguna payasada del momento, o hasta aguantar el malhumor de su retoño a causa del nacimiento de los primeros dientes. Además, cuando el bebé se dormía a las 6:30 de la tarde, la floja podía avanzar un trabajito extra o echarse a ver una película con el esposo. No había nada más perfecto. Algo de «introducción alimentaria natural», decía.

Los cercanos, familiares, amigos, e incluso el pediatra, se preocupaban por la evidente flojera de esa madre descriteriada, y cómo podría afectar al bebé en su desarrollo. Sin embargo, más felices no podían estar la mamá y su bebé: se veían activos, hacían todo juntos, se vinculaban cada día más.

¿Qué fue de la vida de la mamá floja y su bebé?

La madre floja siguió amando y criando a su hijo con amor, respeto e instinto maternal, mientras el resto seguía criticándola. Pero era tan floja que ni se molestaba en escuchar los consejos y órdenes de quienes nunca le importaron.

Ahora la madre y su bebé están decidiendo si mañana van al parque a las 4 de la tarde o si se sacan una siestita en ese horario y patean el parque para más tarde. Porque da flojera tener que poner la diversión dentro de una rutina, ¿no?

sábado, 23 de mayo de 2015

¿Qué ves?

¿Vos sos el que sube fotos con su hijo en las redes sociales, mostrando lo "buen padre" que se es, mientras aceptás y hasta querrías dejarlo en una guardería? ¿Vos sos el que, cuando se te presentaba el momento, le dabas una mamadera con leche de fórmula a tu hijo, estando la madre disponible para amamantarlo? ¿Vos sos el que sostiene que el padre puede darle lo mismo que una madre con una mamadera, y que si vos tuvieras pechos, le darías? ¿Vos sos el que todos los meses le traía un regalo distinto pero ni siquiera se permitía tratar de codificar el llanto de su hijo? ¿Vos sos el que pretende que un bebé sea autónomo e independiente, separándolo de la madre y la lactancia?
¿Vos sos el que prioriza sus intereses personales antes que las necesidades biológicas y psicológicas de su hijo? ¿Vos sos el que estudió varias carreras en ciencias humanas, que ha visto partos, que sabe perfectamente las necesidades de un bebé? ¿Vos sos el que está repitiendo su configuración familiar?
¿Eso es amor? ¿Esa es la forma en la que te amaron? ¿De esa manera aprendiste a recibir 'mamá'?

¿Dónde estás? ¿A quién mirás? ¿Qué ves? ¿Quién sos? ¿QUÉ sos? ¿Quién te tomó?

Para ser un adulto independiente y seguro, debió haber sido un bebé dependiente, apegado, sostenido, en pocas palabras: AMADO.

LA CRIANZA CON APEGO ES MI FORMA DE CAMBIAR EL MUNDO.

viernes, 8 de mayo de 2015

Decido y elijo una crianza respetuosa

Esta publicación está muy lejos de juzgar, criticar o subestimar otro tipo de crianza, teniendo en cuenta que cada realidad es distinta y que cada madre y mujer hace lo mejor que puede con los recursos que tiene. Solamente quiero contarles lo que yo elijo, decido y estoy en condiciones de hacer.
Empecemos por la etología de la palabra respeto: (del latín 'respectus', atención, consideración). ¿Esperabas una definición más compleja? No, solamente es atención y consideración hacia el otro, hacia esa pequeña personita. Amar y respetar van de la mano: cualquiera sea la relación. Puede haber respeto sin amor, pero de ninguna manera, al menos lo que llamamos amor sincero y real, puede ser incidente del respeto.
Yo decido no dejar llorar a mi hijo porque considero que un bebé no tiene la capacidad intelectual de 'acostumbrarse', sino más bien, la de resignarse. -No voy a aportar datos empíricos de cada cosa que digo (los pueden encontrar en cualquier lado, están al alcance de sus ojos), sólo voy a hablar en primera persona como mamá.- Resignarse a dejar de llorar porque ya no le dan los pulmones para seguir haciéndolo; resignarse a que por más llanto que haya no van a recibir mamá (mamá como sinónimo de amor, comprensión, mirada, paciencia, respeto, cobijo, etc). El bebé sale del útero de la mamá donde estuvo 9 meses, donde nunca sintió la falta, donde estaba calentito, recibiendo comida. De ese hábitat pasa al mundo terrenal, donde tiene que respirar, alimentarse, etc, etc. ¿No les parece esperable que lo que más quieran, necesiten y deseen sea el cuerpo de su mamá, donde pasó ahí dentro 9 meses? El calor, el olor, la teta... Yo prefiero que me duelan los brazos y la espalda por tener a upa a mi hijo antes que dejarlo llorar por la ignorancia de que así se acostumbran. Yo considero eso como violencia.
También elijo dormir con mi hijo en mi cama, abrazadito a mi, sintiendo mi calor y mi disponibilidad, ya sea para darle la teta como para mirarlo, taparlo o sienta que no está solo ni abandonado en esa pequeña cárcel a la que llamamos cuna. El abandono emocional también lo considero como sinónimo de violencia.
Yo decido no retomar mis actividades, ni mi rutina hasta que lo sienta... Hasta que sienta que mi hijo está en condiciones de permanecer sin mamá por unas horas. Teniendo en cuenta que hasta los dos años estamos fusionados emocionalmente y que su aparato psíquico se construye a través del mío. Por eso la díada mamá-bebé. Somos uno. El bebé lo siente de esa manera.
Yo decido no 'guardarlo' en una guardería como si fuera un paquete: con gente desconocida que solamente hace su trabajo y muy pocas le otorgan la emocionalidad que se necesita; donde cada día llegan con una energía y humor diferente, donde no va a tener mamá. Sólo estímulos y gente desconocida que, desde mi consideración, también es sinónimo de violencia. Siempre hablando de violencia psicológica, desde ya. 

Elijo, por sobre todas las cosas, la comunicación, el derecho a la verdad... Durante toda la gestación le hablé: acerca de quién era, dónde y cómo vivíamos, mis emociones. Todo, absolutamente todo lo compartía con ese alma. Y lo sigo haciendo. Todos los días: si estoy cansanda, triste, angustiada, enojada. Claro que me comprende... ¿Pensás que por ser chiquitos no entienden? No, no entienden con la cabeza; comprenden con el corazón. Y yo le hablo a su alma, no a su intelecto. Gracias a ésto, jamás se enfermó ni tuvo ningún problema. Tomando como referencia el síntoma como reflejo de la 'sombra' de la madre. El hecho de no comunicarse con los hijos, de no otorgarles ese derecho a la verdad, de no ser claros o ambigüos con ellos, de pensar que no entienden sólo por ser chicos, también lo considero como un acto de violencia.

Y, creo que para terminar, decido YO estar fuerte emocionalmente. Decido poder seguir madurando emocionalmente y conociéndome cada día más. ¡Es una alegría inmensa todo lo que se puede lograr con amor, paciencia y voluntad! No sólo elijo esto por mi, esto también es por mi bebé. Si yo estoy bien, tranquila, en paz y armonía, el también lo está... 

Decido y elijo una crianza respetuosa, amorosa y con apego. Porque mi hijo vale mucho más que lo que la sociedad interprete como 'correcto'. Sí, estoy dentro del círculo de madres que también consideran como 'mantenidas' y que sus hijos van a ser unos 'mal criados'; que no emprenden sus actividades por 'vagas' o por 'conveniencia'. Después de todo lo que acabo de escribir, no vale ni un segundo de mi energía en contestarle a esa gente que más alla de su desconexión emocional, su capacidad de empatía es nula.

Gracias a todos los que nos están acompañando a Benja y a mi en este hermoso camino. ♡

sábado, 11 de abril de 2015

Sacate el diablo de tu corazón.

Esa parte violenta (pero sutil), desconfiada, congelada, inmadura, rebelde, insistente; esa parte que no cree, no registra, no ama, no percibe. Esa parte que me provoca hasta puntos insospechados. Esa, si, la que no siente. La que, por momentos, te posee, te toma; no te permite ver ni sentir... Está ciega, ¿temerosa? Quizás. Esa configuración es la que me aleja, me duele, me da pánico de sólo pensarla. La misma que al vibrarla me provoca palpitaciones, sudor. Sí, un miedo terrible. Es esa parte que conocía hace tiempo, pero (¡qué ilusa!) jamás pensé que podría 'activarse' conmigo... Con la persona que tres meses atrás decías amar, la que te conoce como muy poca gente, la que le confiaste verdades dolorosas, la que te ayudó a salir de la depresión, a conocer gente, a socializar. La que te amó con todas sus fuerzas como amigo y conoció el amor genuino como pareja... La mamá de tu hijo, sí, esa: Yo, Cecilia.
Todos sabemos que para cualquier discusión o pelea se necesitan dos personas, o mejor dicho, dos personas que estén vibrando igual, en la misma frecuencia. Y sería hipócrita negar mi parte... Claro que yo también tengo otra 'parte', pero pasiva. La que provocaban tanto que estallaba igual que un volcán en erupción. O peor.
Gracias a tu presencia, aprendí a trabajar y contener a ese aspecto. Ya no entra. Ya le resbalan las provocaciones. Ya comprende y de a poco va sanando... Ya cambió su funcionamiento. Ya tiene recursos y herramientas para estar fuerte. Ya no es una niña, ya creció...

Estamos llenos de carencias emocionales... no las tapemos con parches. Humildemente tratemos de mirarla, comprenderla, abrazarla, ayudarla, contenerla... A esa nena o nene chiquito que tanto necesitó y no recibió.
Si pudiéramos darnos cuenta que la pareja no es más que el campo minado de proyección de nuestra propia historia. Si entendiéramos que a través de ese otro podemos sanarnos... Quizás ahí dejaríamos de culpar tanto a los demás y reconoceríamos (con mucho dolor), todas nuestras carencias, abandonos y soledades que el otro nos devuelve, igual que un espejo.

Fomentemos la introspección... ¿No seriamos mucho más felices?

Si el amor es lo que mueve al mundo, al universo, a la naturaleza... Es la fuente. No dejemos que el amor muera por no querer ver nuestra sombra.

¡Viva la vida y el amor! ♡

martes, 24 de febrero de 2015

¿El que no arriesga, no gana?

Ellos se conocieron en la facultad.
Si los veías a los dos, no era muy difícil pensar que no tenían nada en común: la forma de vestir, de hablar, de estudiar... Ella era impulsiva, espontánea, pasional, sensible y también futbolera, audaz... La reconocías fácilmente con alguna prenda de su equipo o alguna remera de esas bandas de rock que le gustaban. El, sin embargo, era algo callado, no le daba importancia al fútbol ni a la música (al menos no la misma que ella); siempre llegaba un rato antes de hora y era el último en irse: le gustaba tanto leer! Pero era pura emoción y sensibilidad (eso que no todos ven...)
Así es que la vida los juntó... En principio, para hacer un TP. Claro está que a menudo terminaban discutiendo... Me olvidé de mencionar lo más importante: los dos eran sanguíneos, territoriales y ni te cuento el enojo que cada uno tenía consigo. Ahora sí, sigo... Empezaron a hacerse amigos y se dieron cuenta de todos los valores que tenían en común! Les juro, ella no lo podía creer: se pasaba horas y horas hablando con este muchacho y no me refiero a conversaciones banales, todo lo contrario, ella jamás se había mostrado tan 'desnuda'. Desde ese entonces, muy rara vez los veías separados, siempre andaban de acá para allá: en la casa de el, en la de ella, en la facultad, en algún parque o plaza, en la costa, etc... Sí, de nuevo estoy omitiendo un 'detalle': él se había enamorado (¡y cómo!). Pero ella todavía no estaba preparada. No, no se confundan, ella quería... A decir verdad, ella lo amaba, era el amor de su vida, pero no era el momento. Yo sé que no me vas a creer, pero esto de verdad era complejo.
Después de un año, se distanciaron... Estuvieron algunos meses sin hablarse ni verse (acordate: los dos eran muy coléricos, pero no te imaginás lo que ella lo extrañaba). Y así fue que volvieron a hablar, se reencontraron (¡y qué reencuentro!). Sí, ella estaba convencida de querer intentar estar con el, pese a todo, ella quería intentarlo. Les mentiría si les digo que fue fácil... fue una etapa muy complicada para los dos! Yo sé que no me entendés, pero de verdad, los dos sufrieron mucho hasta encontrar el 'equilibrio'.
Lamentablemente, éste no duró mucho... No, pibe, los dos eran fieles, tampoco se dejaron de querer... Si vos los hubieses visto como yo los veía... Transmitían amor, te daban ganas de salir a la calle y amar! Si, era así... Pero también tuve la desgracia de ver la otra cara de la moneda. Y fue devastador: porque vos, yo, todos sabíamos cuánto se querían, pero es que nosotros, los mortales, somos tan complicados... Venimos con una historia, miedos, abandonos, tristezas; y si, dejame hacerle caso al Indio: siempre hay quilombito en un cielo de dos.
Sin embargo y pese a todo, trajeron a este mundo a un ser y una personita maravillosa... ¡Vaya gratitud a la vida!

Vos me preguntarás que quise decir. .. No, mi intención no era contar la historia de ellos. Yo te quiero hablar a vos, si:
-Pensalo, pensá mil veces si vale la pena intentarlo, arriesgarte. Pensalo bien, que sino vas a terminar como yo, rompiéndote la cabeza por si las cosas hubiesen sido distintas... Si ella no le pedía su celular, yo seguro que hoy no estaría contándote esto... Pero ese bebé tan hermoso tampoco hubiera llegado...-

Ella ganó y el también: la VIDA es el resultado de esa victoria! Pero yo todavía no me puedo olvidar de cómo se miraban y se amaban... Por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar a tres metros sobre el cielo.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Escucha al corazón, ese es el cable a tierra.

Nunca me consideré una persona "con suerte", más bien todo lo contrario. En realidad, todo dependería desde qué perspectiva lo mire. Si me paro en el conformismo, podría gritar con todas mis fuerzas lo afortunada que soy! Por estar viva, caminando; por tener a Tati que me "salvó" y me ama con el alma, por la banda amiga que me aguanta el corazón, entre otras cosas. 
La cuestión es que no me considero exactamente ese tipo de persona, aunque por momentos no tenga otra opción que empaparme en esos recuerdos o actos para seguir adelante, la realidad me abruma: sí, me duele

Duele conocernos a nosotros mismos. Duele vivir en un presente, sabiendo que cada dos pasos, uno va a estar referido al pasado. Y sí, porque otra no queda si elegimos éste camino... porque cada carencia de afecto, de atención, de vínculo, de "mamá", va a repercutir directamente en el aquí y ahora; sobre todo con nuestra pareja: la persona que amamos, la que nos ve desnudos de alma y vulnerables, la que nos hace aprender que para poder ver-lo, primero debemos ver-nos a nosotros mismos, donde se nos caen todas las caretas y la vestimenta. ¿Por qué nos cuesta tanto el amor? diría mi querido Fito, y he aquí la respuesta. Nos cuesta mirarnos a nosotros mismos, nos cuesta ver-nos a través de ese otro que nos devuelve nuestra imagen, que limpia y llanamente nos dice "sí, vos también sos ésto, por más que te asuste, te duela y no lo reconozcas." NOS DUELE SABER QUIÉNES SOMOS REALMENTE, con todo ese menester de amor y desamparo. 

El problema no radica en el otro, en el compañero pelotudo que tengo en la facultad, en la amiga que no aguanto cada vez que habla sobre ese tema, en ese jefe que nos forrea y subestima, NO! El otro es un otro, como podría ser cualquiera, no le demos tanta importancia a una simple persona que nos genera malestar... Empecemos a reflexionar qué es lo que nos trae esa persona, con qué parte de nuestra historia la podemos unir. Es muy fácil echarle la culpa a los demás, así nos despojamos de todo acercamiento hacia nuestro interior. ¿Qué me pasa con el llanto de los otros que no puedo permitir que lo hagan? ¿Será que yo no me permito llorar? ¿Será que siempre me lo prohibieron? Todo tiene que ver con todo, sólo es cuestión de ser lo suficientemente honestos con nosotros mismos como para poder reconocerlo. No es fácil, para nada. Nos cuesta HORRORES volver atrás y ver a esa niña o a ese niño pidiendo socorro para que alguien la/o escuche. Nos cuesta contactar con nuestro niño interior y no porque seamos cobardes ni mucho menos... es que estamos acostumbrados a hacer "borrón y cuenta nueva", a "cambiar de página", en vez de permitirnos SANAR y luego sí, SOLTAR. Desde ya que no nos vamos a encadenar al pasado porque seríamos nihilistas, pero si no nos permitimos empezar a sanar (un duelo, a nuestro niño, un abuso, etc) es casi imposible que podamos soltar y hacer el famoso "borrón y cuenta nueva." Porque nuestras emociones no funcionan tan fácilmente como una goma de borrar (ojalá fuese tan fácil!) No podemos borrar lo que nos dolió, lo que no nos gusta, lo que nos causa rabia o tristeza; algunos tratan de hacerlo, es que todavía no lograron entender lo inteligente e inmaculado que resulta ser nuestro aparato psíquico. Tarde o temprano termina saliéndose con la suya, manifestando de la manera que encuentre (enfermedades, síntomas, angustia, etc) todas esas emociones que tratamos de "reprimir", pero he aquí la mala noticia: la represión fracasó y ahí la podemos contemplar: radiante y con un cartel que grita desesperadamente que la socorramos! Así no sirve, lo único que nos genera es mayor malestar; tenemos que sanarnos para después poder soltarlo con mucho amor y comprensión, entendiendo que ya no tiene que estar acá, que ya tuvo su espacio pero que es hora de dejarlo ir. 

Porque de eso se trata... "Cuando me acepto tal como soy, es ahí cuando puedo cambiar." Aceptación, amor hacia uno mismo. Nada más simple y complejo que esas dos palabras. 

Aprendamos a mirarnos, a aceptarnos y a querernos cada día un poquito más; a abrazar a ese niño, a comprenderlo y a entender que ahora somos adultos y nosotros mismos lo podemos proteger... No es una ciencia, no es filosofía barata ni enciclopedias enteras. Se trata de sentir. Sí, escucha al corazón, ese es el cable a tierra...!




jueves, 30 de octubre de 2014

¿Quién dijo que todo está perdido?

Los cortes de luz siempre suelen traer aparejado un mar de ideas y emociones. Será que estamos tan sumergidos en los medios masivos de comunicación, que conectarnos con nuestro interior resulta un oficio "intrascendente" para cualquier persona que no esté interesada en los campos humanísticos.
Luego de tres años y medio, creo que llegó el momento de plasmar y poner en palabras, una de las experiencias y situaciones más límites que "me tocó" o (preferiría decir) elegí vivir. Pero antes de profundizar en las emociones más crudas, invito a los opinólogos, a los desconectados de sí mismos y a los incapaces de comprender y empatizar con el dolor ajeno, que se larguen.

En ese entonces, tenía 20 años, trabajaba, me la pasaba yendo a recitales y a la cancha con mis amigas, las de siempre. Tenía ganas de estudiar (ya había empezado varias veces antes), pero el horario del trabajo me lo impedía. Tenía una especie de "novio", por decirlo de alguna manera, del cual estaba totalmente "enamorada" (y va entre comillas porque al pasar los años y trabajar con uno mismo, te vas dando cuenta de partes tuyas y configuraciones que repetimos y están muy lejos de ser amor sincero y verdadero), pero volviendo al allá y entonces, podía sin duda expresar lo boluda que me tenía el pibe! Esa noche era una como tantas otras: hacía calor, íbamos a La Reina con mi amiga y allá nos encontrábamos con ellos (los pibes y él: Octavio). Todo venía pasando como siempre, pero ni yo ni nadie sabía lo que me iba a esperar cuando saliera de ahí... Y así fue, nos dividimos a ver cómo nos íbamos y la mayoría nos volvíamos en bondi (yo me iba para Haedo con ellos). Viene el colectivo (136) y los pibes se habían subido una parada antes; cuando lo paro, no me abre la puerta (nunca la abrió...) y ÉL quedaba arriba y yo abajo. La puerta nunca se abrió, el chofer aceleró y ahí pasó TODO. La rueda del colectivo pasó por encima de mi pierna izquierda. No voy a entrar en detalles de cómo fue porque no es relevante para lo que quiero expresar acá ni tampoco para mi memoria. Fueron 8 meses en total los que estuve internada, en donde experimenté en carne propia lo que es el DOLOR FÍSICO llegando al 10, a ese momento donde ni siquiera podés hablar, solamente pensar y desear con todas tus fuerzas que de a poco vaya pasando... No me quedó opción, no pude elegir, tenía que poner el cuerpo literalmente, porque si no, podía perder la pierna o aún peor, se me podía desatar una infección en todo el cuerpo. Dos veces por semana iba al quirófano, además de la morfina, la colostomía que se vieron obligados a hacerme y tantas cosas más que son imposibles de enumerar. De lo que me siento orgullosa es de la fuerza intrínseca que saqué de mi alma para poder enfrentar cada día. -"Cada día era uno menos..."- Y de mis amigos y mi tía, si de algo estoy infinitamente agradecida es del apoyo que recibí de todos, JAMÁS ME DEJARON SOLA! No puedo decir lo mismo de Octavio, ni tampoco lo juzgo por eso, pero sería incongruente conmigo misma sino digo que me dolió en al alma... Ojo! Yo le pedí que deje de venir, es que de las visitas médicas ya estaba acostumbrada.

Por supuesto que tuve que re-aprender a caminar, a subir las escaleras, a sentarme, etc. Cuando me dieron el alta, sentí una felicidad tan PLENA que me llenó de vida. Sí, era LIBRE de nuevo; podía sentir el aroma del pasto de nuevo, del viento, el Sol maravilloso que me esperaba afuera. ¡Tanto había soñado con ese momento! 

Y si bien parece el final, ésto fue recién el comienzo. El comienzo para re-armar el rompecabezas que tenía mi psiquismo, el comienzo para poder amar a un cuerpo (o la mitad) ajeno y totalmente extraño al que era... ¡Esas no eran mis piernas! Y no sólo por la cantidad de cicatrices, sino también por la desproporción de masa muscular entre una pierna y otra. Me negaba a mirar fotos viejas, a mirarme al espejo, a usar shorts o polleras. ¿Tanto tenía que mirar la gente? Y sí... la gente mira, hasta yo también miro. Después de mucho trabajo conmigo misma, empecé a darme cuenta que el problema no es la mirada de ese otro desconocido, el problema yacía en lo que YO le otorgaba a esa mirada (sí, llena de prejuicios hacia mi misma). ¿Qué me pasaba a mi con la mirada del otro? Así empecé un proceso maravilloso de auto-conocimiento, donde conocí personas que hoy se volvieron fundamentales en mi vida cotidiana. Lamentablemente, todavía no estoy en condiciones de afirmar que ya sané esa "herida", el tiempo emocional es muy diferente al digital. Mi cuerpo sigue enojado y muy dolido por todo lo que sufrió... Ya no tolera ni que le duela la cabeza! Pero yo sé lo que es un proceso, sé lo que es tener paciencia y (aunque no me guste), también aprendí a esperar. Soy lo demasiado valiente como para seguir atravesando este río y sé que no voy a ahogarme; todo lo contrario, cada paso será una celebración... "Nada me importa más que hacer el recorrido, más que saber a dónde voy."


¡Amo la vida! Y como siempre dije, si me muero es por luchar. Hoy, puedo afirmar que estoy viviendo la experiencia más maravillosa que me podía tocar. Sí, siempre que llovió, paró. Estoy a un mes y medio de tener en brazos a mi bebé, a otra vida que yo misma (junto a mi pareja), concebimos. Yo sé que tuve una infancia y una adolescencia llena de carencias y sufrimiento, ¿Pero cómo no seguir enamorándome día a día de la vida? Si en mi vientre llevo una... y ya te amo con todas mis fuerzas! ♥


¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

Yo vengo a ofrecer mi corazón.